Capítulo Diez de este Comentario
Apocalipsis 1:7
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron;
y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.”
Este texto profético analizado
A. “He aquí que viene con las nubes…”¿Quién es este Ser que vendrá “con las nubes? La respuesta: Jesucristo. Jehová Dios el Padre, no, sino el Hijo, Jesucristo. Dos evidencias claves sostienen esta afirmación.
1. La primera evidencia. En otros textos bíblicos, Jesucristo se identifica a sí mismo, o es identificado por otros, como el Ser que viene “con las nubes”, viniendo “por segunda vez, sin relación con el pecado”, como dice Hebreos 9:28.
a) Mateo 24:30. “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.” Textos paralelos se hallan en Mateo 26:64; Marcos 13:26 y 14:62. Así que, Jesucristo se identifica a sí mismo como el que vendrá “sobre las nubes del cielo”. Adicionalmente, notamos que la cláusula “…entonces lamentarán todas las tribus de la tierra…” es paralela con “…y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él” en Apocalipsis 1:7, estableciéndose otro enlace fuerte y preciso entre los dos pasajes.
b) Hechos 1:9-11. Habiendo terminado exitosa y gloriosamente su misión única en la tierra, Jesucristo, cuarenta días después de su resurrección y diez días antes de Pentecostés, “fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos”, es decir, de los ojos de los apóstoles, quienes tenían “los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba…” (Hechos 1:9). A propósito, esta frase “entre tanto que él se iba”indica que la ascensión de Cristo no fue efectuada en un santiamén, en un abrir y cerrar de ojos, sino quizás despacio, o al menos a velocidad moderada, lo cual implicaría que ascendiera “majestuosamente, con gran elegancia, dignidad y solemnidad”, de tal manera que su ascensión impresionara hondamente a los apóstoles, capacitándolos aún más plenamente para ser sus “testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). Durante aquel evento sobrecogedor sin paralelo, de pronto “se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:10-11). O sea, ¡vendrá en una nube! Los “dos varones con vestiduras blancas” serían, asumimos, dos ángeles que se manifestaran temporeramente en cuerpos humanos con el propósito de comunicar a los apóstoles este mensaje. Así pues, tenemos el testimonio de dos ángeles al efecto de que el que “viene con las nubes” es Jesús.
c) Apocalipsis 14:14. Pasando a la visión apocalíptica de la doble siega de la tierra, encontramos que el apóstol Juan relata: “Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda” (Apocalipsis 14:14). Jesucristo es, pues, quien viene “sentado” sobre “una nube blanca”. Pero no el Jesucristo que andaba sobre la tierra en cuerpo de carne y sangre sino el Jesucristo glorificado y coronado, y a este hecho se debe, razonamos, el adverbio “semejante” en la frase “semejante la Hijo del Hombre”. Este Jesucristo glorificado es “rey” sobre el Reino de Dios durante la Era Cristiana, “coronado de gloria y honra” (Hebreos 2:9), y “preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies” (1 Corintios 15:25). Ahora bien, en su rol de “rey” viste una “corona de oro”, la cual trae en su Segunda Venida sobre “una nube blanca”, ya que aún no habrá llegado el momento triunfante de entregar “el reino al Dios y Padre” (1 Corintios 15:24).
d) 1 Tesalonicenses 4:17. “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:17). Los cristianos vivos en el planeta Tierra en el día cuando Cristo venga “por segunda vez, sin relación al pecado” no morirán físicamente sino que serán “transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos” (1 Corintios 15:51-52), “arrebatados… en las nubes para recibir al Señor en el aire”. Así se pone de relieve un paralelismo entre, por un lado, la súbita transformación y ascensión que experimentan, y por otro, la ascensión y transformación de Jesucristo. En ambos casos una nube, o nubes, los reciben. Entonces, en el día de la Segunda Venida, tanto los santos resucitados (1 Tesalonicenses 4:13-14) como los transformados sin ver muerte reciben “al Señor en el aire”. Es decir, en el espacio arriba de la tierra, y no, de modo alguno, en el suelo terruño. “…en el aire” es la dimensión donde aparecerá el Señor “sentado” sobre “una nube”, y allí es donde todos los justos transformados recibirán “al Señor”, y donde él los recibirá, juntándose todos en tremenda victoria y jubileo celestes.
e) “…sobre las nubes del cielo”, dice Mateo 24:30, mientras “…en las nubes del cielo” es la expresión de Mateo 26:64, y “…en las nubes”, plural, la de Marcos 13:26 y 14:62. “…una nube”, singular, oculta a Cristo en su ascensión, y regresa él “sentado” sobre “una nube blanca”, singular, según Apocalipsis 14:14. Todos los justos transformados son “arrebatados… en las nubes”, plural, recibiendo “al Señor en el aire”. Bien plural o singular, el sentido es el mismo, no discerniendo nosotros contradicción alguna de peso. La gran enseñanza, puesta de relieve con tanta claridad que ninguno debiera malentenderla o contradecirla, es que Jesucristo, en su Segunda Venida, ¡no pone pie sobre el planeta Tierra! ¡Ni tampoco permanecen los justos transformados en esta tierra material! El encuentro, sobremanera glorioso, de estos con el Señor ¡se efectúa “en el aire”. Reiteramos: ¡en el espacio arriba del planeta Tierra! Y de allí partirán, una vez ultimados los pecadores impenitentes en la tierra, según Apocalipsis 19:11-21, para las regiones celestiales más allá del universo material, el cual será destruido del todo, no siendo más ni siquiera el tiempo mismo, conforme a la profecía “…el tiempo no será más” cuando sea consumado “el misterio de Dios” al efectuarse los eventos de la Séptima Trompeta (Apocalipsis 10:5-7).
2. La segunda evidencia se halla en el mismo versículo 7 de Apocalipsis 1, a saber: “…y los que le traspasaron”. Crucificado Jesús, los soldados romanos no quebraron sus piernas sino que, viéndolo ya muerto, “uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. … Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron” (Juan 19:31-37), referencia a Zacarías 12:10. Así que, claramente se entiende que el pronombre “le” en la cláusula “y los que le traspasaron” se refiere a Jesucristo. Él es quien “viene con las nubes”.
3. Bien que la gran mayoría haya entendido desde un principio que Jesucristo es el Ser que “viene con las nubes”, decidimos presentar evidencias al respecto porque también se nos informa en Apocalipsis 1:4 y 8 que Dios el Padre, el Todopoderoso, “ha de venir”.
a) “Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel…” (Apocalipsis 1:4-5). El “trono” de este texto es el de Dios el Padre, afirmación confirmada por las visiones de los capítulos 4 y 5 de Apocalipsis, cuya descripción del “trono establecido en el cielo” y del Ser sentado sobre aquel trono da a entender con diáfana claridad que se trata del Padre Dios y su trono celestial. “…en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado… Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono” (Apocalipsis 5:6-7). Dos Seres hacen los papales principales en esta escena, a saber: el que está sentado sobre el trono, sosteniendo en la mano derecha “un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos”, y el “Cordero como inmolado” que “tomó el libro”. El Cordero es Jesucristo. Así que, lógicamente, el que está sentado sobre el trono es Dios el Padre. Ahora bien, en Apocalipsis 1:4-5, el apóstol Juan saluda “a las siete iglesias que están en Asia” de parte de Dios el Padre, identificándolo como el “que es y que era y que ha de venir”, y también de parte de Jesucristo, diciendo: “…y de Jesucristo el testigo fiel…” (Apocalipsis 1:5). La conjunción “y” significa, efectivamente, que Jesucristo no es el “que es y que era y que ha de venir” sino otro Ser divino con identidad propia, específicamente, en este contexto, la de “Jesucristo el testigo fiel”.
b) Luego, en Apocalipsis 1:8, Juan cita palabras de “el Señor”, quien dice: “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin… el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”. Ya se comprobó que “el que es y que era y que ha de venir”, según los versículos 4 y 5, es Dios el Padre. Repetida la misma expresión en el versículo 8, se razona que también aquí se trata de Dios el Padre. Entonces, “el Señor” del versículo 8 es Dios el Padre, y no Jesucristo. Conectar el versículo 8 al versículo 7, deduciendo que “el Señor” sea Jesucristo, constituiría un error exegético. Después del “Sí, amén”con el cual terminan los tres versículos del 5 al 7 dedicados a Jesucristo, el 8 contiene una declaración de parte de “el Señor”, Dios el Padre, anunciando él mismo que “ha de venir”.
c) Jesucristo vendrá “con las nubes”, realizando todos los papeles asignados a él por su Padre, pero también vendrá el propio Padre Dios en su capacidad de “el Todopoderoso”, el “solo Soberano… el único que tiene inmortalidad” (1 Timoteo 6:15-16). Comprendemos, pues, que el Padre Dios no será completamente pasivo en el tiempo del fin, en el “día del Señor” que vendrá “como ladrón en la noche”. No será mero observador. Y esta percepción la confirma el hecho de que “también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él” (1 Tesalonicenses 4:14). En esta escena, actúan dos Seres divinos. Jesús viene “sobre las nubes del cielo” y Dios trae con él “a los que durmieron en él”. Por consiguiente, es evidente que el Padre respalda a su Hijo Amado en aquel día portentoso y extremadamente turbulento de la Segunda Venida. Acciones adicionales del Padre en aquel tiempo del fin optamos por no abordarlas en este estudio.
B. “…y todo ojo le verá…” ¿Verá a quién? Ya lo hemos identificado certeramente. ¡Todo ojo verá a Jesucristo! Pero, ¡no en el mismito instante ni en las mismas circunstancias! Asumir que todos los humanos, tanto muertos como vivos, vean en el mismo instante a Cristo al aparecer él al inicio del día de su Segunda Venida lo categorizamos como el error fundamental que complica todo el escenario para neófitos en el estudio de estos temas, al igual que para no pocos cristianos de mayor entendimiento. Consideremos la secuencia de eventos programada para “el día del Señor”que “vendrá así como ladrón en la noche” (1 Tesalonicenses 5:2), el cual es sinónimo del día cuando Cristo venga “por segunda vez, sin relación con el pecado” (Hebreos 9:28).
1. Se inicie “el día del Señor” de la siguiente manera: “…el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:16). ¿Lo estamos visualizando correctamente, sin prismas de ideas preconcebidas? El Señor desciende “del cielo”, “sentado” sobre “una nube blanca”. Juntar revelaciones de distintos textos hace posible formar un cuadro más completo. [Ejercicio que el exegético competente aplica a todos los grandes temas de la Biblia, incluso gracia, fe, arrepentimiento, bautismo “para perdón” (Hechos 2:38) y obras. ¡Juntar textos relevantes!] Desciende, sentado sobre una nube blanca. ¿Y qué evento es el próximo en la secuencia? He aquí el evento: “…los muertos en Cristo resucitarán PRIMERO.” Mirémoslo muy, pero muy atentamente, grabándolo en la mente. ¿Quiénes ven a Cristo primero en el día de su Segunda Venida? Respuesta inequívoca: ¡los muertos en Cristo resucitados! “…y todo ojo le verá…” Muy cierto, pero no en el mismo instante ni en las mismas circunstancias, recalcamos y subrayamos, pues los muertos en Cristo resucitados lo verán ANTES de que los cristianos aún vivos en la tierra sean transformados, siendo, seguidamente, “arrebatados… en las nubes”. Y lo verán los justos resucitados al ser traídos como seres espirituales “desnudos”, es decir, sin cuerpo físico o espiritual (2 Corintios 5:1-10), desde el Paraíso, en el Hades, y unidos a su nuevo cuerpo resucitado, hecho glorioso, poderoso, espiritual e inmortal (1 Corintios 15:42-44). Dios los resucitará. Dios el Padre los “traerá… con Jesús”. Serán unidos a Jesús “en las nubes”, viéndolo antes de la transformación de los santos vivos en la tierra. Estos no precederán a aquellos. No serán “arrebatados… en las nubes” antes de unirse los justos resucitados a Jesucristo “sobre las nubes” de su Segunda Venida.
2. Precisamente, el próximo evento en la secuencia programada para “el día del Señor” es la transformación de los cristianos vivos en la tierra. El apóstol Pablo lo explica “en palabra del Señor”. “Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor; que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron” (1 Tesalonicenses 4:15). Es decir, “…que durmieron” en Cristo. O sea, leales a Cristo hasta el fin de sus días, murieron en él. “Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor”, decía “una voz… desde el cielo” en la visión de los tres ángeles que el apóstol Juan vio (Apocalipsis 14:13). Los cristianos vivos en la tierra en “el día del Señor” NO precederán a estos bienaventurados muertos en Cristo en la secuencia de dos eventos separados por medio de los cuales dos grupos distintos de seres humanos justos y santos se unen a Jesucristo “sobre las nubes” de su Segunda Venida. No irán delante de aquellos. Aquellos van primero; luego los cristianos vivos en la tierra, una vez transformados. Arrebatados estos, ¡también verán al Cristo glorificado sentado sobre una nube blanca. “…todo ojo le verá…” Sí, claro, pero no todos al mismo instante ni en las mismas circunstancias. Primero lo ven los muertos en Cristo resucitados. Luego lo ven los cristianos vivos en la tierra al ser transformados y “arrebatados… en las nubes”.
3. Efectuados estos dos eventos tan gloriosos y unidos todos los justos de todos los tiempos a Cristo “en el aire”, sobre las nubes, cualquiera sea la naturaleza de estas –que si como las nubes blancas naturales del mundo terrenal o que sean nubes mucho más hermosas de origen celestial- cambia el Señor de posición y rol, conforme a la visión de Apocalipsis 19:11-21. Preparados sus “ejércitos celestiales” (19:14), y tomando él el rol del “Fiel y Verdadero… Rey de reyes, y Señor de señores” (19:11, 16), monta su “caballo blanco” (19:11), arremetiéndose contra los pecadores intransigentes aún vivos en el planeta Tierra. Contra “las naciones” impenitentes, compuestas en aquel día final de ateos, agnósticos, seculares, naturales y gente inmoral de todo rango social-secular, los que se han reunido, diciendo “Paz y seguridad” (1 Tesalonicenses 5:1-3) entre sí por estar unidos, “para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército” (19:19). Viniendo, pues, contra ellos, pero no en guerra carnal en la tierra material sino en guerra moral-espiritual, sin pisar el Señor Jesús este planeta, es entonces que estos grandes pecadores rebeldes de los últimos días agónicos “ven” al Señor en todo su esplendor santo y justo, en su rol de vengador de los perseguidos y mártires por su fe en Dios. Ya que su venida será como su ascensión, es decir, materialmente visible, se deduce que materializan “en las nubes” el “Fiel y Verdadero”, con sus “ejércitos celestiales”,a la vista de “los reyes de la tierra y… sus ejércitos, reunidos para guerrear contra” él. Ante tan espantosa manifestación sobrenatural, algunos se atemorizan (Apocalipsis 6:15-17) y algunos se aterrorizan (Apocalipsis 11:13), mientras otros blasfeman (Apocalipsis 16:21), pero ya no hay remedio para ninguno de ellos, pues por su corazón endurecido y contumacia persistente agotaron la paciencia de Dios. “…y todo ojo le verá…” Seguro que sí, pero no en el mismo instante ni en las mismas circunstancias. Ya lo vieron los muertos en Cristo resucitados, como también los cristianos vivos transformados y arrebatados, antes de que le vean estas naciones engañadas que pelean contra el Cordero de Dios en la batalla de “Armagedón”.
Estas naciones engañadas por Satanás durante el “poco de tiempo” después de los “mil años” [el Milenio] (Apocalipsis 20:1-10; 16:13-16) son, precisamente, “todos los linajes de la tierra” que “harán lamentación por él”, es decir, por Cristo. ¿A qué se debe esta “lamentación”? Obviamente, al hecho de haberse armado ellos contra el Señor y la iglesia fiel a él en la tierra, alegrándose y felicitándose mutuamente por haber parado la obra de Dios en el mundo (Apocalipsis 11:7-10). Pero, sorprendentemente, de pronto ha llegado el día de su derrota fulminante, “el gran día” “de la ira del Cordero”, y como dicen algunos de los suyos, “¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Apocalipsis 6:15-17). “…lamentación…”, sin esperanza de rescate o salvación, y por ende, “lamentación” amarguísima, desesperada, que solo aumentará en intensidad al emitirse el juicio divino terminante contra ellos.
4. Luego, le ve toda la inmensa multitud de pecadores que murieron sin haber obedecido la voluntad de Dios el Creador, “Padre de los espíritus” (Hebreos 12:9). Sí, amado lector, pues estos también serán resucitados, y resucitados, verán al Señor, pero no como amoroso Salvador sino como Juez justo que juzga conforme a las obras de cada uno. “…vendrá hora”, apunto Jesucristo durante su ministerio terrenal, “…cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:28-29). Ya vimos cuando “los que hicieron lo bueno” resucitan, a saber, al iniciarse “el día del Señor” que es el día cuando vendrá “por segunda vez”. Qué quede claro: “…los que hicieron lo malo”no resucitan al lado de “los que hicieron lo bueno”, sino aparte de ellos, en la “resurrección de condenación”. Pues bien, entre ellos figuran “los que le traspasaron”, pero que no se arrepintieron de su terrible pecado. Físicamente, un solo soldado romano traspasó con su lanza el costado del Cristo crucificado. Espiritualmente, todos aquellos que gritaron “¡Crucifícale! Crucifícale!” (Juan 19:6), le traspasaron, al igual que más adelante todos aquellos creyentes que recayeran, “crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”(Hebreos 6:4-6). También todos los descreídos de toda la Era Cristiana que se hayan solidarizado con aquellos judíos, los que dijeron al gobernador Poncio Pilato: Suéltenos “a Barrabás”, gritando, refiriéndose a Jesucristo: “¡Sea crucificado!” (Mateo 27:19-21). Repetimos: resucitados todos lo que “hicieron lo malo”, ¡también ven al Señor en su Segunda Venida! “…todo ojo lo le verá…” ¡Absolutamente! Pero no todos en el mismo instante ni en las mismas circunstancias.
5. Y así, amado lector, hemos visto el video, mediante escenas verbales de la Biblia presentadas con tanto realismo, lujo de detalle, algunas gráficas maravillosas y otras realmente escalofriantes, que identifica a los distintos segmentos de la humanidad que verán a Jesucristo en el día de su Segunda Venida “con las nubes”, cuándo le verán en la secuencia de eventos de aquel día y bajo cuáles circunstancias.
C. Observaciones adicionales.
1. De la manera que la ascensión del Señor de la tierra hasta que una nube le ocultara de la vista de los apóstoles probablemente no ocurriera en unos segundos, conforme a la explicación al principio de este estudio, tampoco se efectúa su Segunda Venida, y todo lo relacionado con ella, en unos momentitos, nada más. Numerosos eventos toman lugar en “el día del Señor” que “vendrá como ladrón en la noche”, día, volvemos a enfatizar, cuando venga “por segunda vez, sin relación con el pecado”, no presentándose todos en este análisis. Transcurriéndose los eventos de acuerdo con una secuencia programada de antemano por Dios, distintos segmentos de los seres humanos verán a Jesucristo en distintas ocasiones de aquel “día”, cumpliéndose perfectamente la profecía “…todo ojo le verá”.
2. Las tres profecías de Apocalipsis 1:7 el anciano apóstol Juan las recibió en la isla de Patmos aproximadamente sesenta y dos o tres años después de pronunciar Cristo la profecía de que volvería sobre “las nubes del cielo”, y después de la proclamación de los “dos varones” que, poniéndose al lado de los apóstoles que acaban de presenciar estupefactos la ascensión del Salvador, les dijeron: “…así vendrá como le habéis visto ir al cielo”. ¡Sesenta y tres años pasan, pero el mensaje profético es el mismo: Jesucristo volverá “por segunda vez” sobre “las nubes del cielo”, y “todo ojo le verá”! Estimado amigo, esta consecuencia en el mensaje de Dios para la humanidad, esta armonía entre distintos escritores –los apóstoles Juan, Pablo y Pedro, por ejemplo- esta continuidad perfecta de revelaciones a través del Siglo I, me impactan grandemente, llevándome a deducir que estas profecías muy detalladas, de tremenda envergadura, abarcando hasta a toda la humanidad, es necesario recibirlas como de Dios y no como proyecciones de mentes humanas sin inspiración divina. Y recibiéndolas así, actuar en esta vida de tal modo que pueda ser tenido por digno de participar en el cumplimiento de las profecías positivas, hermosas y sublimes en grado sumo, evitando ser blanco del cumplimiento de las que son todo lo contrario. Respetuosamente, le invito a obedecer al evangelio puro del Señor, alineándose con Dios en sus designios amorosos de lograr que “todos los hombres sean salvos, y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4). “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:37-47).
Estudios sencillos sobre los distintos pasos en el plan divino de salvación se encuentran en www.editoriallapaz.org/salon_preceptos2.htm.
Estudios sobre “el don del Espíritu Santo” los puede encontrar en www.editoriallapaz.org/espiritu_santo_compilacion_recursos.htm. ¡Preparémonos bíblicamente para el “día del Señor” que vendrá “como ladrón en la noche”, día cuando “todo ojo lo verá”! “Sí, amén.”
Componentes del Capítulo DIEZ de Apocalipsis: análisis de las profecías y visiones.
LISTA completa.
El día del Señor vendrá como ladrón en la noche
Apocalipsis: análisis de las profecías y visiones
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