Capítulo Diez de este Comentario
Apocalipsis 20:11-15
Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.
¿Será este juicio delante del “gran trono blanco” revelado al apóstol Juan en la isla de Patmos en el año 95 el mismo que el juicio de las naciones profetizado por Jesucristo en el año 30 durante su ministerio terrenal? ¿Dos cuadros distintos, con enfoques un tanto diferentes, del mismo evento? Personalmente, lo considero probable.
En ambos cuadros aparece un “trono”. El “trono de gloria” en el de Mateo 25; el “gran trono blanco” en el de Apocalipsis 20.
En ambos cuadros un miembro de la Deidad ocupa el trono. El “Hijo del Hombre” en el de Mateo 25; “Dios” en el de Apocalipsis 20. Dios el Padre concede todo juicio a su Hijo Jesucristo, según explica el propio Hijo en Juan 5:22 y 27. Esto no quiere decir necesariamente, a mi entender, que el Padre no esté presente para el juicio del “trono de gloria” o que el Hijo no esté presente para el juicio del “gran trono blanco”.
En ambos cuadros el juicio es llevado a cabo justamente después de la Segunda Venida de Cristo. “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria”, en Mateo 25. Después de que “huyeron la tierra y el cielo”, en Apocalipsis 20.
En ambos cuadros figuran gentes engañadas, destacándose sus líderes ateos, de las naciones existentes durante el “poco de tiempo” previo a la Segunda Venida de Cristo. Lo hemos comprobado ya en lo concerniente al cuadro de “las naciones” de Mateo 25. Y los vemos claramente en el cuadro de Apocalipsis 20, pues vemos a…
“…los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios” (Apocalipsis 20:12).
Seguramente, estos son los mismos “pequeños y grandes” que “fueron muertos” por Jesucristo al final de la batalla de Armagedón (Apocalipsis 19:17-21).
La fraseología es, efectivamente, la misma, y el enlace, en términos de tiempo, entre Armagedón y el juicio del “gran trono blanco”, es evidente.
Estos “pequeños y grandes” son los “reyes… capitanes… fuertes… jinetes… libres y esclavos” que pelean contra el Cordero en Armagedón (Apocalipsis 19:18).
Se trata, entendemos, de ateos y depravados empeñados en destronar a Dios y destruir a su iglesia en la tierra.
¡Son los mismos que “los cabritos” de Mateo 25!
No apareciendo sus nombres escritos “en el libro de la vida”, son lanzados “al lago de fuego” (Apocalipsis 20:15), sinónimo del “fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” de Mateo 25:41.
En ambos cuadros figuran almas-espíritus exonerados de sus pecados, a quienes se les otorga la dicha de ir “a la vida eterna” por comportarse como “ovejas” en medio de lobos durante los días de su vida en la tierra.
Esto está muy claro en Mateo 25, y entendido por implicación en Apocalipsis 20.
Tener a la mano “el libro de la vida” en el juicio del “gran trono blanco” implicaría existir la posibilidad de haber personas citadas para el juicio a quienes se les pudiera conceder, por misericordia divina, entrada “a la vida eterna”.
Además, la oración “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” implica, certeramente, que los nombres de algunos fueron hallados sí “en el libro de la vida”.
Estos, pese a no ser cristianos durante los días del “poco de tiempo” que viven en cuerpos de carne y sangre, no se dejan llevar por las corrientes de ateísmo y depravación moral que arrebatan a la gran mayoría de los seres humanos de referida etapa abreviada.
Humildes como ovejas (Mateo 25:33), tratan bien a los cristianos perseguidos (Mateo 25:40), y quizás aun a algunos de sus perseguidores, pues así es la ingenuidad y bondad de seres humanos verdaderamente humildes que ni siquiera hacen acepción de personas.
Debido a sus obras de caridad y su justicia (Mateo 25:34-40), como también a su conciencia limpia y al hecho de que, sin saber el evangelio, “hacen por naturaleza” lo que es del evangelio (Romanos 2:14-16), sus nombres aparecen en “el libro de la vida” (Apocalipsis 20:12), otorgándoles entrada en el Reino glorificado y eterno de Dios (Mateo 25:34; Mateo 19:14; 2 Pedro 1:11).
“…Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hechos 10:34-35).
Así que, “ovejas” en el juicio de las naciones, según Mateo 25, y en el juicio del “gran trono blanco”, también, por inferencia, almas de la misma categoría.
¡OJO! Recalcamos para énfasis: entre los tales no se encuentran los justos de todas las edades de la tierra que transpiran antes de la Segunda Venida de Cristo, pues los justos en el Paraíso del Hades son resucitados justamente previo a la Segunda Venida y los cristianos vivos en la tierra son transformados previo a la Segunda Venida, juntándose tanto aquellos como estos “en el aire” para acompañar al Señor Jesucristo en su Segunda Venida (1 Tesalonicenses 4:13-18; Apocalipsis 19:14).
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