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Capítulo Diez de este Comentario

Tema 8

Cristo “aparecerá por segunda vez,

sin relación con el pecado”.

Análisis de Hebreos 9:28.  

 

Los “Rapteros” y el Espíritu Santo en conflicto 

 

“Raptero” identifica a la persona que cree en “la Segunda Venida silenciosa de Cristo como ladrón en la noche”, el “rapto secreto de los discípulos preparados”, que “sean dejados atrás los que no estén listos para el rapto”, que “el rapto secreto sea inminente”, que la iglesia “se exima de la gran tribulación”, que “el Anticristo se levante después del rapto”, que “después del rapto haya tres años y medio de paz, seguidos por tres años y medio de guerra, los cuales culminan en Armagedón”, que “entonces Cristo ponga pie en la tierra para regir con vara de hierro a las naciones”, que “el Milenio ocurra después de la Segunda Venida de Cristo”, que habrá “una Segunda Fase de la Segunda Venida” o “una Tercera Venida”, hasta una “Cuarta Venida”, etcétera.

Siendo tantas y tantas estas doctrinas, seleccionamos el término “Raptero”

como apropiado para nombrar al que se hace solidario de todas ellas, o al menos de la mayoría.

 

 

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Renombrados “Rapteros” de Puerto Rico. Izquierda a derecha: Saturnino González, Yiye Ávila, Jorge Raschke y Efraín Márquez, presidente de la Fraternidad Pentecostal (FRAPE) de Puerto Rico, en el “Día de Clamor”, San Juan, Puerto Rico, año 2007.

¿Son verdaderos eruditos entendidos en las doctrinas bíblicas sobre el Milenio, la Segunda Venida de Cristo, el arrebatamiento de los santos, la “gran tribulación”, los “cielos nuevos y tierra nueva”, etcétera, o acaso embauquen a multitudes de almas ingenuas con interpretaciones humanas sensacionalistas y cautivantes pero gravemente erradas?

El Espíritu Santo inspiró Hebreos 9:27-28. Reflexionando sobre sus enseñanzas, concluyo que desmienten las “profecías”, “visiones”, proyecciones y doctrinas de los “rapteros”. Estimado estudioso de las Sagradas Escrituras, cordialmente le invita a evaluar objetivamente la siguiente exposición. 

 

Hebreos 9:27-28

 

“Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.”

 

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“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.” (Apocalipsis 20:11-14)

 

Análisis de Hebreos 9:27-28

 

A.  Cristo “…aparecerá por SEGUNDA VEZ…” dice el texto, no mencionando ni intimando “una tercera vez para iniciar el Milenio”, como tampoco “una cuarta vez para poner fin a todas las cosas hechas”.

 

El autodenominado “Profeta de los últimos días” R. Michael Hands, Th.D., enseña “cuatro venidas de Cristo”, en su artículo “Any Minute, Second Coming Error” –“El error de la Segunda Venida en cualquier instante”- disponible en inglés en el Internet. También enseña que solo los pentecostales debidamente preparados serán salvos, no salvándose adeptos de otras iglesias o religiones.

 

B.  La aparición de Cristo “por segunda vez” es sinónimo con su Segunda Venida en “el día del Señor” que “vendrá así como ladrón en la noche” (1 Tesalonicenses 4:13-18; 5:1-11). Tengamos presente durante todo el transcurso de este estudio la frase adverbial “por segunda vez”, especialmente el vocablo “segunda”. Jamás en las Escrituras se habla de una “tercera vez” o una “cuarta vez”, ni por implicación de manera alguna.

C.  Esta Segunda Venida-Segunda vez será “sin relación con el pecado”, dice el pasaje.

 

1.  En su Primera Venida Jesucristo se relacionó sí “con el pecado”.

 

a)  Se hizo “pecado” para salvar a la humanidad. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21). Definitivamente, ¡Cristo se relacionó con el pecado durante su ministerio terrenal!

b)  Cristo se hizo “Salvador”, para rescatarnos del pecado y del peligro de eterna condenación. “Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo” (1 Juan 4:14).

c)  Durante la Era Cristiana, Jesucristo es el “gran sumo sacerdote” de la iglesia (Hebreos 4:14). Habiendo sido “tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15), y habiendo aprendido “la obediencia”“por lo que padeció” (Hebreos 5:8), Cristo “fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec” (Hebreos 5:10). Como tal, sabe “compadecerse de nuestras debilidades” (Hebreos 4:15). En esta función de “gran sumo sacerdote” de la iglesia en la tierra, se relaciona, obviamente, con el pecado. Esta realidad se pone de relieve en Hebreos 9:11-12. “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre por machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.”

d)  Durante la Era Cristiana, Cristo sirve a su pueblo de “abogado”“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1). En su rol de “abogado”, el Señor se relaciona con el pecado. El cristiano que “hubiere pecado”, al arrepentirse y pedir perdón, Cristo, en su rol de “abogado”, intercede por él ante el Padre.

e)  Durante la Era Cristiana, Cristo es el único “mediador” entre Dios y los hombres. “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre…” (1 Timoteo 2:5). Ocupa esta posición porque “se dio a sí mismo en rescate por todos…” (1 Timoteo 2:6). Al ejercitar su oficio espiritual de “mediador”, el Señor se relaciona, necesariamente, con pecados cometidos por sus seguidores en la tierra, pues en el nombre de él pide perdón el cristiano arrepentido de sus infracciones “de la ley” (1 Juan 3:4).

 

 

Dos caballos blancos contra cielo

 

2.  Pero que quede claro: al aparecer Cristo “por segunda vez”, lo hará “sin relación con el pecado”. Reiteramos: “…sin relación con el pecado”. Por lo tanto, desde el día de su Segunda Venida en adelante, ¡Jesucristo no estará relacionado con el pecado! Este hecho significa que desde el día de su Segunda Venida en adelante…

 

a)  El Señor ya no será “pecado” para que los seres humanos fuesen “hechos justicia de Dios en él”.

b)  Que ya no hará el papel de “Salvador”“…sin relación con el pecado” quiere decir esto mismo: que ya no estará salvando del pecado. No “aparecerá por su segunda vez” para sacrificarse de nuevo, ni tampoco para seguir ofreciendo salvación a los que se sorprendan con sus pecados sin perdonar en el día de su Segunda Venida. Al aparecer Cristo “por segunda vez”, el tiempo de la gracia habrá terminado de una vez para siempre. El Señor no volverá a relacionarse “con el pecado”.

 

(1)  Las últimas palabras de Hebreos 9:28 dicen: “…para salvar a los que le esperan”“…aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” Estos “le esperan” porque creyeron su evangelio, “habiendo purificado” sus “almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu…” (1 Pedro 1:22). Así que, ya habían sido salvos de sus pecados, pues “el que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Marcos 16:16). Al aparecer Cristo “por segunda vez”, reciben “el fin de” su “fe, que es la salvación de” sus “almas” (1 Pedro 1:9), o sea, la “eterna salvación” (Hebreos 5:9) o “eterna redención” (Hebreos 9:12). Esta “eterna salvación” la reciben los que salgan “a resurrección de vida” (Juan 5:28-29) al regresar Cristo en su Segunda Venida, resucitando Dios primero a los muertos en Jesucristo y luego transformando a los justos que estén vivos en la tierra en el día de la Segunda Venida (1 Tesalonicenses 4:13-18). Todo el proceso de alcanzar la “eterna salvación”, inmortalidad y “amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor…” (2 Pedro 1:12), no se completa hasta no ser revestido el justo, por medio de la resurrección, con su nuevo “cuerpo espiritual” glorificado.

(2)  Es evidente, pues, que la expresión “para salvar a los que le esperan” no contradice la cláusula “sin relación con el pecado”. Los que “esperan” al Señor hacen “firme” su “vocación y elección”, no olvidando “la purificación de sus antiguos pecados”, ni estando “ociosos”, sino “poniendo toda diligencia” para adquirir y perfeccionar las virtudes divinas (2 Pedro 1:5-11). Al regresar Cristo, no tienen que ser perdonados y salvos por él de nuevo sino que serán premiados con “la corona de justica, la cual me dará”, dice el apóstol Pablo, “el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí sino a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:8). Así es “la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 Pedro 1:5), “la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado” (1 Pedro 1:13), “sin relación con el pecado”.

 

c)  Apareciendo Cristo “por segunda vez, sin relación con el pecado”, su función de “sumo sacerdote”  ya no será la misma, pues no estará relacionado “con el pecado”. Vendrá “por segunda vez” para “ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron…” (2 Tesalonicenses 1:10). Siendo glorificados sus santos y salvos eternamente, ya no tendrán “debilidades” de las que Cristo, como sumo sacerdote, tuviera que compadecerse. La “segunda muerte” no tendrá “potestad” sobre ellos. ¡Jamás volverán a pecar!

d)  Glorificados los santos al aparecer Cristo “por segunda vez”, el pecado ya no se enseñoreará de ellos. Por consiguiente, no será preciso que Jesucristo continúe su rol de “abogado”. De hecho, después de su Segunda Venida, ¡el Señor no hará el papel de abogado sino el de “Juez”!

e)  Viniendo Cristo “por segunda vez, sin relación con el pecado”, no será preciso que siga haciendo el rol de “mediador”. Sostienen esta conclusión las mismas razones dadas en las partidas anteriores.

 

D.  Pero, según las doctrinas de los “Rapteros”, ¡Cristo tendría que seguir relacionándose “con el pecado” después de su aparición “por segunda vez”! Esto sería así porque enseñan…

 

1.  Que las personas “no listas para el rapto” serán “dejadas atrás para seguir viviendo en la tierra, y no solo viviendo en el planeta Tierra sino también pecando si así lo desearan”.

2.  Que “el Anticristo se levantará en la tierra después de la Segunda Venida de Cristo, primero imponiendo una paz engañosa durante tres años y medio, luego provocando guerras durante tres años y medio”.

3.  Que “entonces Cristo pondrá pie en el planeta Tierra, confrontando al Anticristo con todo su séquito, y doblegando a las naciones a su voluntad, rigiéndolas con vara de hierro durante el Milenio”.

4.  Que “después del Milenio, Cristo volverá por tercera vez, según algunos, o por cuarta vez, según otros, para poner fin al pecado de una vez para siempre”.

5.  Conforme a todas estas doctrinas de los “Rapteros”, Cristo seguiría relacionado “con el pecado” después de aparecer “por segunda vez”. Claramente, los “Rapteros” están en grave y abierto conflicto con el Espíritu Santo.

 

E.  Dado que “aparecerá” Cristo “por segunda vez, sin relación con el pecado”, afirmamos categóricamente que después de la Segunda Venida de Cristo…

 

1.  No habrá “siete años, divididos en partes iguales de tres años y medio de paz, seguidos por tres años y medio de guerra”. Esta teoría enredada sobre “siete años” se fundamenta en una interpretación ingeniosa de las “setenta semanas” reveladas por el ángel Gabriel a Daniel (Daniel 9:20-27), particularmente de la “otra semana” mentada en el Versículo 27. Aquella profecía fue dada para el pueblo terrenal de Israel, no tratándose de profecías sobre la Segunda Venida de Cristo. “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad…” (Daniel 9:24). ¿Sobre cuál pueblo y cuál ciudad? ¡Sobre el pueblo terrenal de Israel y la ciudad terrenal de Jerusalén! Israel según la carne dejó de ser el pueblo electo de Dios al morir Cristo en la cruz. “Mediante la cruz”, tanto israelitas como gentiles se reconcilian “con Dios… en un solo cuerpo”, es decir, en la iglesia establecida por Cristo (Efesios 2:14-16). Dada esta grandiosa verdad, ¿por qué obsesionarse tantos pentecostales y evangélicos con la nación judía material de actualidad y una supuesta “restauración del templo terrenal en la actual ciudad terrenal de Jerusalén”? Su enfoque nos parece completamente distorsionado. En términos metafóricos, la iglesia fiel al Señor es el verdadero “Israel de Dios” durante toda la Era Cristiana (Gálatas 6:16).

2.  No habrá ningún “milenio” en la tierra después de la aparición del Señor “sin relación con el pecado”. El Milenio bíblico transcurre antes del “poco de tiempo” y antes de la Segunda Venida de Cristo, durante la Era Cristiana, estando Cristo relacionado “con el pecado” hasta el fin de esta última Era de la existencia material de la raza humana.

3.  Toda doctrina, profecía moderna o interpretación de profecías bíblicas que no armonice con estas verdades tan sencillas y elementales ha de clasificarse, a nuestro entender, como enseñanza errada, engañosa y peligrosa, y sus propagadores como “hombres corruptos de entendimiento” (1 Timoteo 6:3-5).

 

F.  “…sin relación con el pecado” y la teoría de la Segunda Venida en el año 70 del Siglo I. El análisis acertado de la expresión “…aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado” también desmiente, razonamos, la doctrina que dice: “Cristo vino por segunda vez en el año 70 del Siglo I, cumpliendo todas las profecías del Nuevo Testamento sobre su Segunda Venida. Castigó a Israel, destruyendo su gran templo y la ciudad de Jerusalén, así abriendo paso al pleno establecimiento del reino espiritual de Dios”. Suponiendo que así viniera el Señor “por segunda vez” en el año 70, ¿cómo armonizar “sin relación con el pecado” con una “Segunda Venida” de él precisamente para castigar por el pecado? Y no solo castigar duramente la incredulidad de los israelitas sino también dejar, desde el año 70 en adelante, tanto a judíos como a gentiles en un mundo lleno de pecado. A los “Año Setenteros” les corresponde explicar semejante dilema. ¿Acaso viniera Cristo en el año 70 “sin relación con el pecado”, para entonces, una vez castigado Israel, volver a relacionarse “con el pecado”? ¿Y cómo deberíamos interpretar lo que le sucedió a Israel en los años del 132 al 135 d. C., cuando aquel pueblo sufrió un castigo hasta mayor, en términos de muertes y destierro, que el del Siglo I? ¿Vino Cristo “por tercera vez” en aquel tiempo? Bien que “viniera el Señor providencialmente” contra Israel en el año 70, ¡aparecerá literalmente (personalmente) una sola vez más! “LITERALMENTE”, o “PERSONALMENTE”; este es el término clave. “…aparecerá”literalmente“por segunda vez, sin relación con el pecado”. No volverá a aparecer en ninguna otra ocasión. ¿No es esto exactamente lo que enseña el Espíritu Santo sobre la Segunda Venida de Cristo? ¡Una Segunda Venida literal, personal! No cambia esta verdad el que Dios y Cristo “vengan”, o “se manifiesten”, mediante ejércitos, gobernantes, agrupaciones particulares o personajes, pero no de manera literal y personal sino de forma providencial, para hacer cumplir su voluntad entre los seres humanos.

G.  Escuchando y analizando los mensajes típicos de los “Rapteros”, pronto comprendemos que ni siquiera enseñan correctamente las condiciones de perdón establecidas en la Gran Comisión del Señor. Este dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:15-16). Pero, los “Rapteros” eliminan de la Gran Comisión el bautismo “para perdón de los pecados” (Hechos 2:38; 22:16), alegando que el perdón de pecados se consiga con solo “hacer profesión de fe” u “orar la oración del pecador para perdón”. Pues bien, si no han aprendido aún el designio fundamental que Dios ha fijado para el bautismo, ¿con qué razón esperar que enseñen la verdad divina sobre los “mil años”, la Segunda Venida de Cristo “sin relación con el pecado” y temas parecidos? Es tiempo de probar a “los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4.1). Tiempo de no dejarse engatusar por carismáticos que vociferen estridente, insistente e incesantemente sobre “rapto secreto”, “dejado atrás”, “venida como ladrón en la noche”, “siete años”, “tribulación”, “milenio en la tierra después de la Segunda Venida”, habiéndose enredado en sus propias interpretaciones y cazando, mediante sus mensajes carismáticos, tan errados como cautivantes, a las almas incautas, para vivir de ellas. Si usted, respetado lector, se solidariza con este análisis de “aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado”, pero se encuentra en alguna iglesia o movimiento que enseñe todo lo contrario, respetuosamente le animamos a tomar los pasos necesarios para efectuar los cambios indicados, no con el fin de seguir a este servidor o a hombre alguno sino con el de pertenecer a los que serán salvos eternamente en el día de la Segunda Venida porque tienen una “esperanza viva” y se preparan bíblicamente. Dios ilumine su corazón, como también el de este servidor. Estudio la Biblia para adquirir conocimiento de Dios y su voluntad. Quiero ser “obrero… que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15). Comparto los frutos de mis estudios, investigaciones y reflexiones, orando fervientemente que no hagan daño espiritual a ninguno sino que edifiquen bíblicamente.

 

 


 

 

Próximo estudio. “Le daré autoridad sobre las naciones.”

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