I.
La segunda bestia de Apocalipsis 13. Finalizando la “Primera
Escena” del “Espantoso drama de dos grandes bestias
apocalípticas”, enseguida sube de nuevo el telón y comienza
la “Segunda Escena”, cuyo título es “Otra bestia que…
tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como
ladrón. El número de la bestia… es seiscientos sesenta y seis”.
Se materializa ante los ojos del apóstol Juan “otra bestia”,
en apariencia muy diferente a la primera, mas sin embargo,
curiosamente, comparte con ella varios atributos parecidos, actuando
ella en concierto con la primera. Nos relata el apóstol: “Después
vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos
semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce
toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace
que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia,
cuya herida mortal fue sanada” (Apocalipsis 13:11-12).
Estudiemos detenidamente esta singular visión.
A. La
segunda bestia sube “de la tierra.” “Después vi otra
bestia que subía de la tierra” (Apocalipsis 13:11).
1. La
primera bestia sube “del mar”. En contraste, la segunda sube
“de la tierra”.
2. “De
la tierra” significa “terrenal, material o carnal”. La
segunda bestia no procede del cielo sino que sube de la “tierra”.
No es celestial sino terrenal. Su naturaleza es “terrenal”, y por
ende, corrupta. Las manchas y el olor de la tierra, de lo
terrenal, dilatan el origen de la segunda bestia. Ya que es
concebida en la tierra, nace en la tierra y sube “de la tierra”,
no es de esperarse que diga o haga cosas buenas.
B. La
identidad de la segunda bestia. ¿Qué representa esta bestia?
Planteamos al principio de este análisis nuestra conclusión al
respecto, respetuosamente invitando al lector a considerar
objetivamente las evidencias que nos han llevado a formularla
presentadas en este Capítulo. Metafóricamente, ella es la iglesia
apóstata, o sea, el reino espiritual corrupto que nació y creció en
los territorios del Imperio Romano sanado. Recalcamos: la
segunda bestia de Apocalipsis 13 es la iglesia apóstata. Una
apostasía de gran envergadura fue profetizada en 2 Tesalonicenses
2:1-12; 1 Timoteo 4:1-5; 2 Timoteo 4:1-4 y otros pasajes del Nuevo
Testamento. Cristo “no vendrá sin que antes venga la apostasía, y
se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición…” (1
Tesalonicenses 2:3). “Pero el Espíritu dice claramente que en los
postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a
espíritus engañadores y a doctrinas de demonios…” (1 Timoteo 4:1). “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina…
apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2
Timoteo 4:1-5). Extraño sería que tan grande y peligroso desenlace
no figurara prominentemente en el libro profético de Apocalipsis. De
hecho, es divulgado y tratado una y otra vez en distintas visiones,
incluso la de la segunda bestia, como también la de la
“gran ramera”.
1. En el
contexto de Apocalipsis, la segunda bestia no representa las
religiones paganas del oriente (la India, la China, Japón),
África o el resto del mundo, sino la iglesia “cristiana” en plena
apostasía. Esta deducción descansa, en parte, en el Versículo
12, donde se explica que la segunda bestia “ejerce toda la
autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace
que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia”.
a) “En
presencia de ella” es una circunstancia de suma importancia
para la identificación de la segunda bestia. Mediante esta
información se nos enseña claramente:
(1) Que
las dos bestias son contemporáneas.
(2) Que
las dos bestias se manifiestan más o menos en la misma área
geográfica del mundo. “En presencia de ella”
significa, por inferencia, que, además de ser contemporáneas, viven
en el mismo territorio, en proximidad cercana. Una frente a la otra.
Como dos vecinos cercanos. Están juntos en el escenario del
“Espantoso drama de dos grandes bestias apocalípticas”. La
primera está en Europa; la segunda no está muy lejos, por ejemplo,
en el oriente extremo o el hemisferio occidental, sino también en el
mismo territorio donde se manifiesta la primera.
b)
También observamos que las dos bestias sostienen una relación muy
estrecha de mutuo apoyo. ¿Qué hace la segunda bestia a
favor de la primera? Toma un paso agigantado que augura trágicas
consecuencias para los amantes de la verdad de Dios, a saber, hace
que “los moradores de la tierra adoren a la primera bestia”.
Los coacciona. Persuade y obliga que lo hagan, amenazando y
persiguiendo a los recalcitrantes.
c)
Conclusión: la segunda bestia no simboliza las agrupaciones de
religiones paganas que existían más allá de las fronteras del
Imperio Romano durante el tiempo de la Edad Medieval, sino al
cristianismo corrupto, elevado a “religión del estado”, el que
predominaba en el fuero religioso de los territorios donde ejercía
su poder la primera bestia sanada.
2. A
continuación, apuntamos otras razones que nos llevan a identificar
la segunda bestia como el cristianismo corrupto, o sea, la
iglesia en plena apostasía.
a)
Primera razón. La segunda bestia “tenía dos cuernos
semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón”
(Apocalipsis 13:11).
(1) El
“cordero” es, a diferencia del leopardo, el oso o el
león, un animal manso, símbolo de personas mansas. “Manso2,
sa. (Del lat. vulg. mansus, por
lat. mansuētus). adj. De condición
benigna y suave. 2. Dicho de un animal: Que no es bravo. 3. Dicho de
una cosa insensible: Apacible, sosegada, tranquila. Aire manso.
Corriente mansa.”
(Diccionario de la Real
Academia Española, en Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta®
2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los
derechos).
(a)
Cristo mismo es representado como el “Cordero… inmolado”
de Dios (Apocalipsis 5:6-8)).
(b) Los
discípulos que oyen la voz del Señor, y le siguen, sometiéndose, son
sus “ovejas”, y él es su “buen pastor” (Juan 10:1-21).
(2) ¿Qué
representan los “dos cuernos”? Qué conste: “dos”,
y no uno solo, como tampoco diez. “Dos cuernos” tiene
este “cordero”. Revisando la historia de aquellos tiempos,
pronto discernimos dos entidades religiosas que corresponden
asombrosamente a estos “dos cuernos”.
(a) En
la porción occidental del Imperio Romano, conocido también como el
Imperio Latino, emerge con fuerza creciente la iglesia cristiana
apóstata, la misma que más adelante tomaría el nombre
“Iglesia Católica Romana”.
(b) En
el oriente, el arzobispo de Constantinopla se hace cada vez más
poderoso, compitiendo con el de la antigua Roma. Eventualmente, se
separan, formándose la Iglesia Ortodoxa Griega en los
territorios del Imperio Bizantino (el Imperio Romano del oriente). A
pesar de esta separación, aquellas dos iglesias, tanto la Iglesia
Católica Romana como la Iglesia Ortodoxa Griega, comparten
muchísimos rasgos fundamentales. Efectivamente, ¡son dos cuernos
del mismo animal!
(3) La
segunda bestia exterioriza una anomalía contradictoria, engañosa
y peligrosa: sus cuernos son semejantes a los de un cordero,
pero la bestia “hablaba como dragón” (Apocalipsis 13:11). Hela ahí en el escenario. ¡Mansita como un cordero! Cara
inocente. Mirada dulce. Cabeza inclinada en aparente humildad. Pero,
cuando habla, ¡su voz es la de dragón! ¿Qué significa esto?
(a) Que
lo de “cordero” ¡es puro disfraz!
(i) Que esta segunda bestia aparenta ser
mansa y humilde, mas sin embargo, su tono de voz y sus palabras
descubren su verdadera identidad.
(ii) Ella es como un lobo rapaz
disfrazado de oveja (Mateo 7:15; Hechos 20:29).
(iii) Esta bestia es como Satanás
disfrazado de “ángel de luz” (2 Corintios 11:13-15).
(iv) En realidad, ella es el viejo
“dragón” vestido de “cordero”.
(v) De seguro, la segunda bestia es el
mismo Satanás vestido de “cristiano”. Ostenta algunos atributos de
“cristiano”, pero su verdadera identidad es otra diametralmente
contraria al espíritu de Cristo y su evangelio puro.
(b) Lo
que habla es de Satanás, y no, en definitiva, de Dios.
(i) La segunda bestia sube
al escenario, parándose frente a una inmensa audiencia que la
observa intrigada, hasta hechizada, identificándose a sí misma
como una criatura muy especial de Dios, enviada por Dios como su
representante en la tierra, y afirmando tranquilamente hablar la
verdad de Dios. Pero, amigo lector, preste atención a las
matices de su voz, y particularmente, al sentido de sus abundantes
palabras, muchas de las cuales pertenecen al “vocabulario bíblico”,
mas sin embargo, en la boca de esta “bestia” suelen comunicar
mensajes distintos al de la Biblia. Por sus palabras la conocerá,
con tal de saber distinguir entre el verdadero mensaje de Dios y los
otros evangelios introducidos por hombres atrevidos y contumaces
(Gálatas 1:6-10).
(ii) Esta bestia habla mentira, pues es
portavoz de Satanás, quien es el padre de toda mentira.
(iii) Enseña “doctrinas de
demonios”, en cumplimiento de 1 Timoteo 4:1-5.
b)
Segunda razón. La bestia con cabeza de cordero “hace grandes
señales”, con los que “engaña a los moradores de la
tierra”. Los apóstoles y demás miembros de iglesia verdadera
del Señor hacían “grandes señales y maravillas” auténticas
por el verdadero poder de Dios (Hechos 15:12). Usurpando el lugar de
la iglesia de Cristo, esta bestia también “hace grandes señales”
para convencer al público crédulo, pero no engaña a la persona que
sabe discernir entre lo falso y lo auténtico. “También hace
grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del
cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores
de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en
presencia de la bestia… (Apocalipsis 13:13-14).
(1)
Entre sus señales engañosas figura la de hacer “descender
fuego del cielo a la tierra delante de los hombres”
(Apocalipsis 13:13). En el escrito “Las pequeñas flores de San
Francisco” (Fioretti), se encuentra un ejemplo vivo de
tal “señal” grande y engañoso. San Francisco de Assisi invita a
Santa Clara, su compañera, como también a los compañeros de él, a
una comida. Durante el evento, San Francisco empieza a hablar de
Dios de manera persuasiva y maravillosa. Fioretti escribe: “La
gracia de Dios descendió sobre toda la compañía y, de repente, todos
estaban extasiados en la contemplación de Dios. Entretanto que
estaban tan extasiados, con sus ojos clavados en el cielo y sus
manos levantadas, los ciudadanos de Assisi y Bettona
(en Italia)
y la gente de la cercanía de San María de los
Ángeles, vieron a la iglesia, la tierra y el bosque envueltos en
fuego. Los ciudadanos de Assisi corrieron al lugar para
apagar el fuego, convencidos de que todo se perdiera en un
holocausto. Al llegar, no encontraron cosa alguna en llamas”
(La historia
cristiana (Christian History), Edición 42, Tomo XII, No. 2,
Página 13).
(2)
Entre las “grandes señales” mentirosas que hace la segunda
bestia anotamos: apariciones de la “Virgen María”, estatuas que
lloran o sangran, sanidades, manos que sangran, manos con la señal
de la cruz, etcétera. Tan abarcador es este tema que optamos por no
expandirlo en esta ocasión. El lector que quisiera explorarlo más
puede encontrar unos cuantos recursos en
www.editoriallapaz.org/salon_iglesia_catolica.html/ y
www.editoriallapaz.org/espiritu_santo_lista_recursos.htm/ .
(3) En
lo tocante a las “señales” que hace la segunda bestia,
subrayamos de nuevo que son “mentirosas”. Esto lo sabemos a
ciencia cierta no solo por la naturaleza engañosa de esta bestia
sino también por lo que se dice expresamente sobre las “grandes
señales” que ella se atribuye. “Y engaña a los
moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido
hacer…” (Versículo 14). Paralelamente, refiriéndose al
“hombre de pecado, el hijo de perdición”, el apóstol Pablo
escribe: “…inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás,
con gran poder y señales y prodigios mentirosos” (2
Tesalonicenses 2:9). Así que, las “señales” hechas por la
segunda bestia engañan sí “a los moradores de la tierra”,
pero solo a “los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor
de la verdad para ser salvos” (2 Tesalonicenses 2:10-12).
(4)
“Se le ha permitido hacer” estas señales “en
presencia de la bestia” (Apocalipsis 13:14). No pasemos por alto
la importancia de la expresión “…se le ha permitido hacer…”
De la manera que a la primera bestia “se le permitió hacer guerra
contra los santos, y vencerlos” (Versículo 7), asimismo se le
permite a la segunda bestia hacer “grandes señales”.
(a)
¿Quién se lo permite? Pues, Dios mismo. El Todopoderoso permite que
ella haga “grandes señales”. “Pequeñas” o “insignificantes”,
no, sino “grandes”. “Grandes” implica
“impresionantes, muy parecidas a señales divinas auténticas,
convincentes”. De tal modo que ella se engaña a sí misma –quizá,
hasta cierta medida- engañando también a las multitudes que se
maravillan en pos de las dos grandes bestias que hacen los roles
principales en estas escenas del “Espantoso drama”.
(b)
¿Por qué se lo permite Dios? Apuntamos concisamente dos razones
encontradas en las Sagradas Escrituras.
(i) Para que reciban “un poder
engañoso” y “crean la mentira” los que no aman la verdad
(2 Tesalonicenses 2:9-12; Romanos 1:24-28).
(ii) Para poner a prueba a los santos
(Deuteronomio 13:1-5).
(5)
¿Dónde hace la segunda bestia sus “grandes señales”?
Precisamente, “en presencia de la bestia”, es decir,
de la primera bestia. Ahí en el mismo escenario donde ejecuta su
papel la primera bestia, entra la segunda bestia, haciendo
“grandes señales” impactantes. “En presencia” misma de la
primera bestia. He aquí una evidencia adicional para afirmar que las
dos bestias son contemporáneas y que actúan en el mismo lugar.
Siendo la primera bestia el Imperio Romano sanado, es, por
consiguiente, necesario encontrar a la entidad representada por la
segunda bestia dentro de los parámetros temporales del Imperio
Romano sanado y en los contornos geográficos ocupados por este.
Sanada la “herida mortal” del Imperio Romano en el año 330 d.
C. y llegando a su fin aquel Imperio para el año 1555 d. C.,
deducimos que la segunda bestia había de presentarse en escena entre
los años indicados. Además, en los territorios ocupados por el
Imperio Romano sanado. Asombrosamente, actúa justamente en el tiempo
y el lugar indicados una poderosa entidad con apariencia de un
cordero con dos cuernos, pero que habla como dragón, a saber, la
iglesia “cristiana” en plena apostasía, con un “cuerno” en la ciudad
de Roma y otro “cuerno” en Constantinopla. Ella es quien hace
“grandes señales… en la presencia” de los gobernantes y
ciudadanos del Imperio Romano sanado. El apóstol Juan ve todo esto
en el “Espantoso drama” que toma lugar ante sus ojos, y
nosotros vemos cumplidas al pie de la letra las profecías hechas por
medio de la visión. ¿Por qué poner en tela de juicio la inspiración
divina de Apocalipsis? Visiones proféticas dadas para fines del
Siglo I se cumplen perfectamente en el tiempo y el lugar fijados
para su cumplimiento, por entidades y seres hacen exactamente los
roles proyectados proféticamente para ellos. Esto no puede ser mera
coincidencia. Tampoco una ingeniosa interpretación de las profecías,
pues la gran consonancia entre profecías y hechos es tan evidente
como para no dejar lugar interpretaciones hechas arbitrariamente.
II. La
“autoridad” de la segunda bestia. “Y ejerce toda la
autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que
la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya
herida mortal fue sanada” (Apocalipsis 13:12). La apariencia de
la segunda bestia engaña en gran manera. Hace su entrada en la
“Escena 2” del “Espantoso drama” vestida de “cordero”,
pero tras su disfraz, confeccionada con sutil artimaña, existe una
criatura autoritaria, imperiosa, sumamente egoísta, con grandes
pretensiones de dominio, hasta de alcance universal.
A. Su
“autoridad” crece hasta ser prácticamente la misma que la
de la primera bestia.
a) Ya
hemos aprendido que la “autoridad” que tiene la
primera bestia es la que Satanás le otorga, y por ende, ¡es una
“autoridad” satánica! “Y el dragón le dio su poder y su
trono, y grande autoridad” (Versículo 2).
b) Pues
bien, en lo que se refiere a la “autoridad” que ejerce la
segunda bestia, la misma es “de la primera bestia”. O sea, es
de la misma fuente o categoría. Por lo tanto, la “autoridad”
que ejerce la segunda bestia también es “satánica”.
c)
Comprobado que la segunda bestia representa acertadamente a la
iglesia apóstata, con sus “dos cuernos”, el uno en Roma, el
otro en Constantinopla, se deduce que también es “satánica” la
“autoridad” de esta “madre iglesia” en plena apostasía. Ella
habla con voz del “dragón”. Engaña con “grandes señales”
mentirosas. Que su “autoridad” sea del mismo tipo que la
entregada por el dragón (Satanás) a la primera bestia se refleja en
su forma de hablar y en sus acciones engañosas.
B.
“Toda la autoridad” significa que la autoridad de la
segunda bestia sería tan abarcadora y absoluta como la de la
primera bestia. Los abundantes datos históricos confirman el pleno
cumplimiento de esta profecía, pues la autoridad de los prelados
(gobernantes religiosos) de las dos ramas (los “dos cuernos”)
de la gran iglesia apóstata se hacía sentir en todos los contornos
del Imperio Romano sanado. Los Papas, con sus cardenales,
arzobispos, obispos, etcétera, hasta el sacerdote o monje de rango
más inferior en la jerarquía eclesiástica de la iglesia latina,
llegaron al colmo de reclamar autoridad absoluta sobre las almas
de todos los seres humanos. A continuación, presentamos algunas
evidencias sobre el alcance de la “autoridad” de aquella jerarquía
eclesiástica.
1.
Durante el tiempo de Constantino, la Iglesia Católica Romana fue
administrada por mil ochocientos obispos: mil en las provincias
orientales y ochocientos en las provincias occidentales. Todo obispo
nombrado debía contar con la aprobación de la membresía
(Gibbon, El
debilitamiento y la caída del Imperio Romano, Tomo I, Páginas
299-300).
2. Los
prelados eclesiásticos de Roma, Antioquía, Cartago, Alejandría y
Constantinopla convocaban a los obispos en la primavera y el otoño
de cada año. Mediante estos “sínodos” se imponía la
disciplina eclesiástica en las ciento veinte provincias del
Imperio Romano. Solo el emperador, en su capacidad de “cabeza” de la
iglesia, podía convocar los sínodos denominados “grandes” o
“extraordinarios”
(Gibbon, El
debilitamiento y la caída del Imperio Romano, Tomo I, Página
304).
Constantino, el primer emperador “cristiano”, “disputaba con los
obispos y... predicaba sobre los temas más sublimes y complicados de
la teología”
(Gibbon, El
debilitamiento y la caída del Imperio Romano, Tomo I, Página
297).
Según una máxima de la constitución
romana que estaba en vigor mucho antes de la conversión de
Constantino, el emperador tenía el derecho y el deber de supervisar
y cuidar de la religión. Al convertirse Constantino y sus sucesores
al cristianismo, continuaban reclamando este poder, aplicándoselo a
la iglesia, efectivamente haciéndose “cabeza” de la iglesia
(Gibbon, El
debilitamiento y la caída del Imperio Romano, Tomo I, Página
299).
3. Los
prelados de las ciudades principales del Imperio contaban con el
poder de controlar, estrictamente, los mensajes predicados en todas
las iglesias
(Gibbon, El debilitamiento y la caída del Imperio Romano,
Tomo I, Página 303).
4. En una
ocasión, cuando Constantino aún reinaba, el presidente de la corte
bizantino invocó la merced de la iglesia, reconociendo,
efectivamente, la superioridad del prelado de la iglesia en
Constantinopla sobre los oficiales seculares. “Tales
principios y ejemplos prepararon, imperceptiblemente, (el
ambiente)
para el triunfo de los pontífices
romanos, quienes han pisoteado el cuello de reyes”
(Gibbon, El
debilitamiento y la caída del Imperio Romano, Tomo I, Página
303).
5. Los roles religiosos del emperador romano en Constantinopla, con
su sequito.
a) “Así fue la visión global de los bizantinos: un
reino Dios-céntrico, universal y eterno, siendo el emperador el
vice regente de Dios, rodeado por un séquito que reflejaba la
jerarquía celestial de ángeles, profetas y apóstoles. Un Dios,
un mundo, un emperador. Fuera de este cosmos solo había ignorancia y
guerra, una furia de bárbaros. El emperador tenía un mandato divino
de propagar la fe verdadera, trayéndolos bajo su dominio.”
b) “La ceremonia reforzaba su rol. Su
procesión de coronación pasaba a través del Puerto Dorado,
continuando a lo largo de la Mese, la avenida arcada de tiendas que
conducía a través del Foro de Constantino, pasando el Hipódromo,
hasta llegar a la Augusteura, la plaza principal con su estatua
adornada de Justino montado a caballo, señalando, desde su columna,
hacia el oriente, y el Milión, piedra que marcaba donde se
convergían las rutas del Imperio. Durante la travesía, el sucesor
legítimo, o quizá algún usurpador victorioso, se transformaba a
sí mismo, mediante una serie de mudas de vestimenta, de un héroe en
armadura resplandeciente a una personificación de Cristo vestida de
túnica. En la Pascua y la Navidad, doce cortesanos, vestidos
simbólicamente como apóstoles, lo acompañarían en procesión a
adorar en Hagia Sophia [la iglesia de Santa Sofía], el
populacho postrándose en adoración.”
(National
Geographic. Diciembre, 1983. El Imperio Bizantino. Página 723)
C. La
segunda bestia “hace que la tierra y los moradores de ella
adoren a la primera bestia” (Apocalipsis 13:12).
1.
Valiéndose de la gran “autoridad” otorgada por el dragón, la
segunda bestia se enseñorea imperiosamente de la tierra y sus
moradores, obligándolos a rendir homenaje, o culto, a la primera
bestia. Esto quiere decir, que la “madre iglesia apóstata” fuerza
a los hombres a adorar al Imperio Romano sanado. ¿Por qué lo
haría? Discernimos cuatro razones:
a)
Primera razón. Porque, después de la conversión del emperador
Constantino al cristianismo, la iglesia, ya en plena apostasía,
llega a ocupar el lugar de “religión del estado”. Como tal, goza de
la protección del estado, muchos favores políticos e
incalculables beneficios materiales, todo conferido por el
estado secular.
(1) El
estado secular respalda a la iglesia apóstata; la iglesia
apóstata reciproca gustosamente, respaldando al estado.
(2) El
estado secular obliga a los ciudadanos a someterse a la nueva
religión estatal, la cual es la iglesia apóstata. A su vez, esta
iglesia en apostasía enseña y ordena a su feligresía a someterse al
estado.
(3)
Mediante tal confabulación, las dos grandes entidades malévolas que
se unieron en Constantinopla al sanarse la “herida mortal” de
la primera bestia, es decir, las dos bestias, el estado secular y la
“madre iglesia apóstata”, hunden a las masas en la más profunda y
abyecta ignorancia espiritual.
b)
Segunda razón. Porque la jerarquía eclesiástica católica romana
desea utilizar al estado secular, con sus recursos materiales, para
ensanchar y enriquecer a su iglesia. Jerarquía que, habiendo
corrompida a la iglesia con doctrinas, tradiciones y ritos humanos,
ahora la gobierna imperiosamente, explotándola para su propio
enriquecimiento y engrandecimiento personal.
c)
Tercera razón. Porque a los líderes de la iglesia apóstata le hace
falta el respaldo de una potencia militar que proteja los
bienes eclesiásticos, ya conferidos por el
estado secular ya obtenidos por otros medios. Bienes cuya cantidad y
valor aumentan vertiginosamente, una vez elevada aquella iglesia a
“religión del estado”, llegando ella eventualmente a ser dueña de
una mayor parte de los terrenos y haberes de las vastas áreas en las
que logra imponer su “autoridad”, aun a poseer “estados
papales”.
d)
Cuarta razón. Porque los líderes eclesiásticos, cuales sean, se
confabulan con los políticos en el poder para suprimir y aun
combatir físicamente a grupos de “cristianos” u otros religiosos
que no se solidaricen con ellos en sus posiciones doctrinales,
metas, proyecciones, etcétera.
2. Esta
profecía fue cumplida al pie de la letra durante la Edad Medieval
cuando los nexos entre la iglesia apóstata y los gobiernos
seculares fueron forjados tal cual unas cadenas gruesas de hierro.
a) En
ocasiones, el Papa ejercía dominio, tanto secular como
espiritual, sobre los gobernantes. Por otro lado, hubo
tiempos cuando los gobernantes ejercían dominio sobre el
Papa y la iglesia apóstata, manipulándolos y explotándoles para
sus propósitos políticos.
b) Como
quiera que procedieran, las dos entidades estaban vinculadas
inextricablemente la una con la otra en convenio diabólico.
III. La
“imagen a la bestia”. Además de ejercer “toda la
autoridad de la primera bestia” y hacer “grandes señales”,
la segunda bestia manda “a los moradores de la tierra que le
hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y
vivió. Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia,
para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la
adorase” (Apocalipsis 13:14-15). El apóstol Juan ve pasar todo
esto en el escenario de la visión profética. Ahí está esa
“bestia” engañosa, con sus “dos cuernos semejantes a los de
un cordero”, pero voz de “dragón”. También está ahí la
primera bestia, aún con vida, pese a su “herida mortal”.
Están rodeados de “los moradores de la tierra”, grandes
multitudes de seres humanos hechizados, sojuzgados, explotados
y abusados por estas dos malas bestias. Juan está mirando cuando
habla la segunda bestia, “mandando a los moradores de la tierra
que le hagan imagen” a la primera bestia.
A. ¿De
quién es la “imagen”? De “la bestia que tiene la
herida de espada, y vivió”, o sea, se hace al Imperio
Romano.
B. ¿Quiénes
harían esta “imagen” a la primera bestia? En la visión son
identificados sencillamente como “los moradores de la tierra”.
En particular, son seres humanos que moran en algunas tierras
controladas por las dos bestias. Ya sabemos que se trata de las
porciones de la tierra gobernadas por el Imperio Romano, bien por la
rama oriental, bien por la occidental, especialmente durante el
tiempo después de sanada la “herida mortal” que recibió aquel
Imperio.
C. ¿Qué
cosa simboliza esta “imagen”? Muchas
evidencias históricas nos convencen que el “Sacro Imperio Romano”
llena las cualificaciones para ser esta “imagen”. A
continuación, presentamos algunas.
1. La segunda bestia infunde “aliento a la
imagen”. “Y se le permitió infundir aliento a la imagen
de la bestia…” (Versículo 15). Este hecho es una pista
importantísima para identificarla acertadamente. La “imagen”
no tiene “impulso vital” o “espíritu” hasta que no le
infunda “aliento” la segunda bestia. Tengamos presente que
esta bestia es la iglesia apóstata católica romana.
a)
“Se le permitió” significa que Dios mismo permitió que la
iglesia apóstata infundiera aliento a la imagen. De la misma manera
que le permitió a esta misma bestia hacer “señales… en presencia”
de la primera bestia. Si Dios hubiese querido impedir aquellas
obras diabólicas de ambas bestias, potestad y poder no le faltaban.
Obviamente, su plan maestro para la humanidad no incluía intervenir
de tal modo que los seres humanos no ejercieran el libro albedrío en
lo referente a sus intenciones y decisiones de índole
moral-espiritual. Así que, él “permite” que las fuerzas satánicas se
manifiesten en la tierra.
b)
“Infundir aliento”, es decir, dar vida, o impartir el
“impulso vital”. Nuestra tesis es que la “imagen”
es el “Sacro Imperio Romano”. ¿Acaso infundiera la iglesia
apóstata católica romana “aliento” al Sacro Imperio Romano?
Asombrosamente, ¡esto es exactamente lo que sucedió! Consideremos
los hechos históricos.
(1) En
el año 800 d. C., el Papa Leo III coronó emperador a
Carlomagno en la basílica de San Pedro en Roma, y todos los
presentes le aclamaron diciendo: “¡Larga vida y victoria a
Carlos, el Augusto más pío, coronado por Dios, como el gran
emperador pacífico de los romanos!”
“Carlomagno (742-814), en latín,
Carolus Magnus, ‘Carlos el Grande’,
rey de los francos (768-814) y emperador de los romanos (800-814),
condujo a sus ejércitos francos a la victoria sobre otros numerosos
pueblos, y estableció su dominio en la mayor parte de Europa central
y occidental. Fue el rey más influyente en Europa durante la edad
media.”
Coronación
de Carlomagno por León III
“En el
año 800, Carlomagno, rey de los francos, había establecido un vasto
imperio y sus dominios se extendían por la mayor parte de Europa
central y occidental. El día de Navidad de aquel año fue coronado
como "emperador de los romanos" por el papa León III en la basílica
de San Pedro.” Archivo Iconográfico, S.A/Corbis
-“San León III (c. 750-816), papa (795-816). Nació
en Roma. En el año 800 coronó a Carlomagno como emperador de
Occidente. A cambio, bajo la protección del emperador, la soberanía
temporal del papa sobre la ciudad y estado de Roma quedó
establecida. Esta coronación, un hecho decisivo en la historia de
Occidente, señala el final de la dependencia papal a los emperadores
de Oriente y el comienzo de una nueva etapa en la sociedad europea
occidental, en la que el emperador ostentaba el dominio temporal y
el papa el dominio espiritual.”
-“Sacro Imperio Romano Germánico, entidad política de
Europa occidental, cuya duración se prolongó desde el 800 hasta
1806. Fue conocido en sus inicios como Imperio Occidental. En el
siglo XI se denominó Imperio romano y en el XII, Sacro Imperio. La
denominación de Sacro Imperio Romano Germánico fue adoptada en el
siglo XIII. Aunque sus fronteras se ampliaron de forma notable a lo
largo de su historia, los estados germanos fueron siempre su núcleo
principal. Desde el siglo X, sus gobernantes eran elegidos reyes de
Germania y, por lo general, intentaban que los papas les coronaran
en Roma como emperadores, aunque no siempre lo conseguían.”
El
imperio de Carlomagno (800)
“Durante el reinado de Pipino el Breve y su hijo Carlomagno, los
Carolingios conquistaron vastos territorios y unificaron una gran
parte de Europa occidental en los siglos VIII y IX. En el año 800,
el papa León III coronó a Carlomagno emperador del Imperio de
Occidente, que más tarde sería conocido como el Sacro Imperio Romano
Germánico. Este mapa muestra los dominios de Carlomagno en el año de
su coronación.”
-Aquisgrán,
Alemania, capital del Sacro Imperio Romano.
“Desde
el punto de vista histórico es una ciudad importante, y
probablemente, el lugar de nacimiento de Carlomagno, durante cuyo
reinado (800-814), se construyó el palacio y la catedral. Además, el
emperador convirtió la ciudad en el corazón de la cultura
carolingia, y en ella se produjo un gran renacimiento cultural
durante la alta edad media. En Aquisgrán fueron coronados treinta y
dos emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico entre los años
813 y 1531.”
(Gráficos y citas desde el gráfico de Carlomagno hasta este
punto, de Microsoft ® Encarta ® 2007.
© 1993--2006 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.)
-Conclusión. Así que, queda totalmente comprobado que
la iglesia apóstata católica romana, cuyo Pontífice en el año 800 d.
C. era Leo III, real y literalmente infundió “aliento” a la
“imagen”, la cual, cobrando “vida” mediante la coronación de
Carlomagno como “emperador agosto”, fue declarada “Imperio
Occidental”, identificándose más adelante como “Imperio Romano”, y
luego, “Sacro Imperio Romano”. ¡Profecía apocalíptica cumplida al
pie de la letra!
(2) El juramento que hacían los
“emperadores” al ser coronados por los Papas católicos decía como
sigue: “Yo, el emperador, me comprometo y prometo, en el
nombre de Cristo, delante de Dios y del bendito apóstol Pedro, que
seré el protector y defensor de la Santa Iglesia de Roma, en todo
cuanto me sea posible serle útil, hasta donde me permita la
asistencia divina y hasta donde mi conocimiento y poder alcancen”
(Gibbon, El debilitamiento y la caída del Imperio Romano,
Tomo I, Página 303).
2. La “imagen” es adorada. “Y
se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que
la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase.”
¿Fue adorado el Sacro Imperio Romano? De hecho, lo fue. Por lo
menos, en la persona de su primer emperador Carlomagno. El mismo
Papa Leo III, habiendo coronado a Carlomagno, ¡lo adoró!
a) El testimonio al respecto de los Anales Reales
Francos. “El tercer relato contemporáneo de la coronación se
halla en los Anales Reales Francos11, los que presentan
un récord de los eventos más importantes relacionados con la
historia de los carolinginaos. Estos Anales Reales representan como
mínimo el rol papal en la coronación. Aunque el Papa tomó la
iniciativa en el acto de coronar a Carlos, el enfoque permanece
exclusivamente sobre el rey. Carlomagno fue ‘aclamado por todo el
populacho de Roma… y …adorado por el Papa a la manera de los
príncipes antiguos… y …fue llamado emperador y agusto12.”
(“The
Significance of the Coronation of Charlemagne –La significancia de
la coronación de Carlomagno.”
Por Monica Fleener.
Western Oregon University. 2005.
http://www.wou.edu/las/socsci/history/Monica%20Fleener_Coronation%20of%20Charlemagne.htm.
[11] Usually cited as the
Annales regni Francorum. [12]
Sullivan, The Coronation of Charlemagne, 2.)
¡La
“imagen” fue adorada por el Papa católico romano! Y adorándola
el Papa, se sobreentiende que también lo hiciera el populacho.
b)
Tocante a la primera bestia, “la adoraron
todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban
escritos en el libro de la vida” (Versículo 8). Siendo la
“imagen” una especia de réplica en escala menor de aquella
primera bestia, es del todo concebible que “los moradores de la
tierra” que colaboraron en su fundición, ¡también la adoraran!
Que se arrodillaran ante ella. De hecho, las pobres masas de gentes
analfabetas e ignorantes que poblaron gran parte de aquellas tierras
durante la Edad Medieval solían arrodillarse tanto ante las
autoridades seculares como ante las eclesiásticas. Pero, no todo ser
humano de aquellos tiempos estaba dispuesto a rendir homenaje a las
bestias y su imagen, sufriendo martirio no pocos.
3. La “imagen” habla y mata. “Y
se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para
que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase.”
a)
“…hablase…” La segunda bestia quiere que la “imagen”
hable. ¿Qué hable sobre qué cosa? No sobre cualquier asunto sino, de
acuerdo con el contexto, en lo relacionado a “todo el que no la
adorase”. O sea, quiere que el gobierno secular denuncie a toda
persona que resista al Papa y sus secuaces; a toda persona que la
jerarquía de la iglesia apóstata tenga por “hereje”. Pretendía que
aquella “imagen” identificara públicamente a todo “hereje”,
enjuiciándolo en cortes convocadas para tal propósito y condenándolo
a severos castigos, aun a la pena máxima de muerte por tortura, de
no admitir el acusado sus “pecados”.
b)
“…e hiciese matar a todo el que no la adorase.” La
iglesia apóstata católica romana tiene una agenda muy especial para
la “imagen” que mandó a hacer, a saber, no solo que “hable”
sino que también “mate”. ¿Matar a quiénes? “A todo el
que no la adorase.”
(1) En
particular, el Papa Leo III, quería vengarse contra los romanos que
lo habían atacado, lastimándolo severamente, y encarcelándolo.
Escapando de la cárcel, este Papa maltrecho va donde el rey
Carlomagno, procurando protección. El rey, muy católico al fin,
complace al Papa, enviándolo de nuevo a Roma, acompañado por un
contingente acorde con su oficio.
-“Los
romanos habían afligido al Pontífice Leo con muchas heridas,
arrancándole sus ojos y cortándole su lengua, de manera que había
sido compelido a acudir para socorro al rey [noviembre 24 de 800].
En consecuencia, Carlos fue a Roma para poner en orden los asuntos
de la Iglesia, los cuales estaban en gran confusión, y pasó allí
todo el invierno. Fue entonces que recibió los títulos de Emperador
y Agosto [agosto 25 de 800]…” (“La vida de Carlomagno.” Por Einhard. Traducción al
inglés por Samuel Epes Turner.
New York. Harper and Brothers.
1880. Traducción al español por Homero Shappley de Álamo)
(http://www.fordham.edu/halsall/basis/einhard.html#Charlemagne%20Crowned%20Emperor)
-Einhard (también Eginhard o Einhart) (c. 775 – marzo 14,
840,
en
Seligenstadt,
Alemania) fue un cortesano franco, siervo dedicado de Carlomagno,
cuya famosa biografía escribió.
Vita Karoli Magni,
y
Louis the Pious.
www.wikipedia.org
-Carlomagno mandó a arrestar a los rebeldes que atacaron a
Leo, encarcelándolos hasta el año 816.
(2) La agenda de hacer matar a los que no
adorasen a la imagen, o a la segunda bestia misma que la dio vida,
fue realizada a plenitud espeluznante durante el tiempo del Sacro
Imperio Romano, permaneciendo este, oficialmente, hasta el año 1806
d. C. Diez siglos a lo largo de los cuales no solo el Sacro Imperio
Romano sino también otros gobiernos seculares, animados, instigados
o amenazados por la jerarquía de la iglesia apóstata, denunciaban,
castigaban o mataban a muchos millones de personas estigmatizadas
como “herejes”. Traeremos abundantes evidencias al estudiar las
acciones de la “Gran ramera”, “ebria de la
sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús”
(Apocalipsis 17).
D.
“Imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió”
(Versículo 14). El modelo para la “imagen” que la segunda
bestia mandó a hacer sería la primera bestia, el Imperio Romano. De
hecho, discernimos varias similitudes entre el Imperio Romano de
tiempos pasados y el Sacro Imperio Romano creado en el año 800 d. C.
Por ejemplo:
1. Ambos
reinos llegaron a dominar a varias naciones, uniéndolas bajo un solo
estandarte.
2. De la
manera que algunos césares fueron titulados “Emperador” y “Agosto”,
asimismo tomaron estos títulos algunos reyes del Sacro Imperio
Romano.
3. Ambos
reinos persiguieron a los verdaderos hijos de Dios.
Con todo, el
“Sacro Imperio Romano”, en términos de territorio, riquezas y poder,
no era sino una mera “imagen” de la grandeza y poderío
de aquel antiguo Imperio Romano en su época de mayor dominio y
gloria.
E.
Conforme a la identidad establecida en este estudio para los
distintos protagonistas en el “Espantoso drama” que estamos
presenciando a través de los ojos y el relato del apóstol Juan,
la Iglesia Católica Romana misma no es, en definitiva, la
“imagen” que hacen “los moradores de la tierra”
sino, inequívocamente, la entidad que ordenó su fabricación.
Este hecho es de suma importancia para evitar confusión sobre la
identidad verdadera de los protagonistas. La “bestia”
fundamentalmente “religiosa” es la que manda a formar la “imagen”.
La bestia con apariencia de “cordero”. La bestia que “hace
grandes señales”, intentando imitar a la iglesia verdadera. La
segunda bestia, una criatura esencialmente religiosa. Infinidad de
evidencias históricamente verificables demuestran que la Iglesia
Católica Romana hacía exactamente lo que se le atribuye a la segunda
bestia, incluso hablando “como dragón” y haciendo “grandes
señales”. Que ella infundiera “aliento” a una “imagen”
de la primera bestia, los hechos históricos lo demuestran con
claridad inconfundible.
F. La
“imagen” tampoco es la “Santa Inquisición”. Un
solo detalle clave obra poderosamente en contra de semejante
identificación, a saber: en su inmensa mayoría, los “moradores de
la tierra” se oponían a la formación de la “Santa Inquisición”,
temiéndola y odiándola. En cambio, gustosamente cooperaron para el
establecimiento del Sacro Imperio Romano.
(Hasta aquí la revisión
realizándose en el día de hoy. Me corresponde ir en breve a enseñar
unas clases. Con el favor de Dios, terminaremos esta revisión
mañana.)
IV. La
segunda bestia “hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos
y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano
derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni
vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la
bestia, o el número de su nombre” (Apocalipsis 13:16-17).
A. Para
la interpretación de esta profecía, tengamos presente en todo
momento que la segunda bestia ejerce su poder en presencia del
Imperio Romano sanado. Recalcamos y subrayamos: ¡en PRESENCIA
del Imperio Romano SANADO! No perdamos de vista el
contexto de la profecía sobre “la marca... el nombre... o el número”
de la bestia. Ubicar correctamente esta profecía en la línea del
tiempo es vital para una interpretación libre de errores.
a) El
Imperio Romano sanado llegó a su fin en el siglo dieciséis de
nuestra época.
b) Por
lo tanto, las profecías sobre lo que haría la segunda bestia en
presencia de la primera ¡no son para el siglo veintiuno!
(1) La
profecía sobre la “marca o el nombre... o el número” de la
bestia ¡fue cumplida durante la Edad Oscura (Medieval)! Fue
cumplida durante la existencia del Imperio Romano sanado.
(2) El
Imperio Romano no existe en el Siglo XXI. No hay razón lógica alguna
para identificar a la Unión Europea o al Mercado Común Europeo como
una manifestación o aparición nueva del antiguo Imperio Romano.
(3)
Definitivamente, esta profecía sobre la “marca” y el
“número” de la bestia no es para el Siglo XXI.
(4)
¡Tampoco es para el futuro! El Imperio Romano no volverá a
levantarse de nuevo. Se sanó una sola vez de su herida mortal.
No hay profecía que predijera otras sanidades para aquel Imperio.
2.
“Hacía que a todos... se les pusiese una marca.” Es
decir, a toda persona, sin tomar en cuenta su estado social,
material o político. Durante la Edad Oscura, las dos bestias tenían
autoridad “sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación”
(Apocalipsis 13:7). Por consiguiente, disponían de la potestad para
“marcar” a toda persona.
3.
“Una marca en la mano derecha, o en la frente.” ¿Qué era
la “marca”?
a) ¿Era
literal? Es decir, ¿se trata de una marca material,
visible o palpable, hecha específicamente en la mano derecha y
no en la izquierda, o en la frente y no en la mejilla, de todas los
habitantes del mundo donde dominaba la segunda bestia? Quizás la
iglesia apóstata hiciera que se impusiese alguna “marca”
literal en sus feligreses durante algún tiempo de la Edad Oscura. De
haberlo hecho, desconocemos las evidencias. En realidad, el contexto
de la profecía no nos obliga a interpretar la “marca” como
literal.
b) ¿Es
la “marca” el código en forma de rayas (CUP, o sea,
Código Universal de Productos) que aparece en la mayoría de los
productos vendidos hoy día? Definitivamente, ¡no lo es! Hemos
establecido ya que la profecía sobre la “marca” no es para el
Siglo XXI, ni tampoco para el futuro. Consideremos:
(1) La
segunda bestia exigía la “marca” durante el tiempo cuando
actuaba en presencia de la primera bestia sanada.
(2) La
bestia sanada (el Imperio Romano sanado) existía durante la Edad
Oscura, muriendo a mediados del siglo dieciséis.
(3) Se
deduce que la “marca” era para aquel tiempo de la Edad Oscura
cuando la iglesia apóstata tenía el poder de controlar el
comercio y de exigir, a pena de castigo o muerte corporal, que todo
ciudadano se identificara con una “marca”.
(4) En
el tiempo presente, la iglesia apóstata (la Católica Romana) no
tiene el poder de controlar el comercio del mundo, ni de exigir,
a pena de castigo o muerte corporal, que todo habitante del globo
tenga una “marca” para tener el derecho de comprar y vender.
La iglesia apóstata de actualidad tiene grandes riquezas, mas sin
embargo no controla el comercio de los países más productivos y
ricos del mundo. Curiosamente, los países más productivos y
ricos del mundo actual ¡no son “católicos”! Algunas de estas
potencias económicas actuales son: Estados Unidos de América (los
católicos componen solo el veintidós por ciento de la población del
país), Japón, Alemania, Inglaterra, Indonesia, Taiwán, China y
Arabia Saudita. Es notable que ¡ningún país predominantemente
“católico” (por ejemplo, Italia, España, Colombia, Argentina, Chile,
Venezuela o Perú) figura entre los países más productivos y ricos
del mundo actual!
(5) ¿Es
la “marca” alguna codificación visible o invisible en las
tarjetas de crédito? ¡Negativo, en absoluto! La profecía sobre
la “marca” se cumplió durante la Edad Oscura. Reiteramos:
esta profecía no es para nuestros días.
(6)
¿Será la “marca” alguna señal invisible grabada en la
frente o en la mano derecha mediante el uso de láser? De cierto,
que no. Tales ideas sensacionalistas solo nacen en la mente de
personas que aplican las profecías de Apocalipsis al presente o al
futuro, ignorando los casi dos mil años de la Era Cristiana que ya
pasaron. Durante estos dos mil años, se cumplieron muchas profecías
apocalípticas, incluso la profecía sobre la “marca” de la
bestia.
c)
¿Puede interpretarse simbólicamente aquella “marca”
que todo habitante de las tierras donde dominaba la segunda bestia
tendría que recibir para satisfacer la voluntad imperiosa de la
jerarquía “cristiana” apóstata? Sin duda alguna. En tal caso, la
“marca” hubiese sido cualquier objeto, frase, jerga,
contraseña o ademán que la persona utilizara para identificarse
política o religiosamente. Por ejemplo:
(1)
La “señal de la cruz”;
(2)
El acto de persignarse;
(3)
Una cruz cosida o dibujada en la ropa;
(4)
Un crucifijo;
(5)
Una imagen de María o de algún santo;
(6)
El rosario;
(7)
El uso del escapulario;
(8)
Alguna bandera de significado religioso o político;
(9)
Las insignias de las distintas y múltiples organizaciones de
la iglesia apóstata;
(10)
Las insignias de los gremios industriales y comerciales
aprobados por la iglesia apóstata;
(11)
Ciertos colores tales como el amarrillo o la escarlata;
(12)
En fin, cualquier doctrina, práctica o símbolo de la iglesia
apóstata o del poder secular que la apoyaba.
4.
“Que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que
tuviese la marca.”
a)
Esta profecía fue cumplida durante la Edad Oscura.
b) Las
dos bestias dominaban completamente a todos los ciudadanos,
imponíendo la ley secular y también la espiritual. Lógicamente,
controlaban también el comercio. (Estudiar el Capítulo Siete, la
Sección I – F – 2 – d, para apreciar el tremendo dominio económico
que ejercía la “madre iglesia” apóstata durante la Edad Medieval).
c)
Ejemplos de las restricciones económicas impuestas por la
jerarquía de la iglesia apóstata referente al comercio:
(1)
Alejandro III era el Papa de la iglesia apóstata desde el año 1159
hasta el año 1181 d.C. El Concilio Lateranense (año 1179) convocado
por él, ordenó que ninguna persona traficara con los “herejes”, es
decir, con las personas que no tuvieran la “marca” de la
bestia, o sea, la aprobación de la iglesia apóstata.
(2) El
Sínodo de Tours, también convocado por Alejandro III, emitió un
edicto según el cual ningún hombre debiera comprarle nada o venderle
cosa alguna a los “herejes”.
(3)
Martín V era Papa desde el año 1417 hasta el año 1431 d.C. Este
prelado convocó el Concilio de Constancia, el cual impuso el mismo
tipo de ley.
G.
“El número de su nombre” es “número de hombre.
Y su número es seiscientos sesenta y seis” (Apocalipsis 13:18). Muchos comentaristas opinan que el “nombre” de la
bestia es “Lateinos”. Concurrimos. De hecho, esta
interpretación data desde el Siglo II d.C. Por ejemplo, referente a
“lateinos” Ireneo escribió: Esta interpretación “me parece
muy acertada, ya que este es el nombre del último de los cuatro
reinos vistos por Daniel, siendo lateinos los que reinan en
el presente”. Para Ireneo, “el presente” era el tiempo
del segundo siglo cuando el Imperio Romano estaba en su apogeo.
(Ireneo. Asia Menor, 130 – Lyon, 208. Padre de la Iglesia. Obispo de
Lyon desde 177. Combatió a los gnósticos en su Tratado contra las
herejías. (© 1996 Editorial Norma, S.A. Reservados todos los
derechos.) Las siguientes
consideraciones sostienen la interpretación según la que “lateinos”
es el nombre de la bestia.
1. El
libro de Apocalipsis fue escrito en griego. “Lateinos” es un
nombre griego.
2. El
valor numérico del nombre “Lateinos” es precisamente “seiscientos
sesenta y seis”.
a) L
- 30
b) A – 1
c) T –
300
d) E – 5
e)
I – 10
f) N - 50
g) O - 70
h) S - 200
3.
“Lateinos” es “nombre de hombre”. En el lenguaje
latín, el nombre del hombre que fundó Roma era “Latino”.
Traducido al griego, su nombre es “Lateinos”. “Latino. Rey
legendario del Lacio. Según otra leyenda, fue el Júpiter de
los latinos.” “Latino, latina. Adjetivo y nombre. Del Lacio y
de las regiones que se fueron incorporando al Imperio romano. 2
Perteneciente al Imperio romano. 3 Perteneciente al grupo de lenguas
derivadas del latín. 4 adj. Perteneciente o relativo al latín.”
(© 1996
Editorial Norma, S.A. Reservados todos los derechos)
4.
Según la interpretación de las dos bestias que hemos dado, el
“nombre” de la bestia debe corresponder
contextualmente al Imperio Romano sanado, a la iglesia apóstata o
a ambas entidades. No es correcto buscar el nombre entre las
naciones o los líderes del tiempo actual porque el contexto no es el
del tiempo presente sino del tiempo cuando el Imperio Romano sanado
existía y la segunda bestia actuaba en su presencia. El nombre
“Lateinos” llena perfectamente la exigencia contextual del
pasaje.
a) En el
caso del Imperio Romano:
(1) El
fundador de Roma se llamaba “Latino” (“Lateinos” en el griego).
(2) El
idioma del Imperio Romano era el “latín”. En el occidente, el
latín seguía siendo el idioma del Imperio hasta su debilitamiento a
fines de la Edad Oscura.
(3)
Referente al Imperio Romano sanado, desde que ocurriera la
separación de la parte oriental de la parte occidental del Imperio,
la parte oriental se conocía como el Imperio “Griego” porque el
griego era el idioma oficial. En cambio, la parte occidental se
conocía como el Imperio “Latino”, pues el latín era su idioma
oficial. Cuando ocurrió la separación, el Imperio oriental tomó el
nombre “Romano” asignando al Imperio occidental el nombre “Latino”.
La separación ocurrió a fines del siglo siete después de
Cristo.
b) En el
caso de la iglesia apóstata del occidente (uno de los dos
cuernos de la segunda bestia), ¡ella misma se denominaba
“latina”!
(1) Se
leía la Biblia solo en latín;
(2) La
misa, las oraciones, los himnos, las letanías, los cánones, los
decretos, en fin, todo se hacía en latín.
(3) El
clérigo se identificaba como “latino”.
(4) Los
concilios se identificaban como “latinos”.
(5)
Durante la Edad Oscura, el adjetivo “latino” se aplicaba a todo,
¡hasta al mundo mismo!
5.
Conclusiones: “Lateinos” es el nombre más indicado para la segunda
bestia. ¿Cuál otro “nombre” más apropiado
pudiera haberse concebido para la segunda bestia, la cual es la
iglesia apóstata? Se ajusta perfectamente al contexto
apocalíptico de las dos bestias, particularmente al de la segunda
bestia.
a) La
profecía sobre el “nombre” de la bestia y el
“número de su nombre” ¡se cumplió amplia y acertadamente
cuando la iglesia apóstata comenzó a identificarse como la iglesia
“latina”, celebrar su culto pervertido en latín, aliarse
estrechamente con el Imperio “Latino” e imitar en su organización
eclesiástica al Imperio Romano. Debemos considerar lo acertado de
esta profecía como otra prueba de peso a favor de la inspiración
divina del libro de Apocalipsis.
b) Reiteramos: esta profecía sobre el tan
discutido número “seiscientos sesenta y seis” ya se
cumplió. La profecía no es para el siglo veintiuno, ni es para
el futuro. Se cumplió durante la Edad Oscura.